Tener agua a corriente en todas nuestras viviendas es hoy por hoy un elemento indispensable sin el cual, de hecho, no se concedería el certificado de habitabilidad. El suministro de agua potable debe llegar a todas las viviendas del país, aunque hay zonas donde esto no es nada fácil, especialmente en poblaciones más retiradas, cercanas a la selva y a la montaña. Sin embargo, en las grandes ciudades siempre contamos con este suministro que sale, como de forma mágica, a través de nuestros grifos. Normalmente ubicados en el baño y en la cocina, que son los lugares de la casa donde más habitualmente se necesita el agua a corriente, estos grifos pueden ubicarse también en la zona exterior, en un patio o jardín, para facilitar la limpieza de dichas zonas o para surtir a una manguera con la que podamos regar el césped si no tenemos sistema de riego automático.
La mayoría de personas ponen grifos normales y corrientes en el baño, en el lavabo y en la ducha, ya que normalmente no suelen utilizarse demasiado más que por los propios habitantes de la casa. Sin embargo, la grifería de la cocina es diferente. Al ser una especio más abierto, por donde pasa mucha más gente, y que suele tener también más trajín de movimiento, los grifos de cocina sí que suelen ser escogidos con más cuidado. Hoy por hoy encontramos una inmensa variedad de grifos de distintos tipos, con formas más o menos estrafalarias, y llaves de paso que pueden ser tremendamente modernas o más orientadas a la utilidad y a la tradición. Sea como fuere, nosotros vamos a intentar dar algunos consejos clave en este artículo para cuando tengas que “enfrentarte” a la tarea de escoger la grifería de cocina perfecta, teniendo en cuenta no solo los propios grifos en sí, sino también el tipo de cocina que tengas, la disposición del fregadero…